El convencional constituyente Álvaro Jofré (Renovación Nacional del pacto Vamos por Chile) es el único representante de la derecha que fue escogido para representar a Tarapacá en la Convención Constitucional, junto a Hugo Gutiérrez (Partido Comunista) y Alejandra Flores (independiente), por lo que ve con preocupación cómo se va consensuando y aprobando el borrador de nueva Constitución sin la mirada de su sector. Pese a que son el bloque más grande en la instancia, la derecha no logró el tercio que le permitiría bloquear algunos articulados.
¿Cuál es la sensación en la centroderecha tras las primeras votaciones en el pleno de la Convención que aprobó acuerdos por amplias mayorías sin el apoyo de su sector político?
Uno se siente frustrado y con mucha pena porque al final somos representantes de la ciudadanía, de la región y de un mundo que convive y hace patria igual que otros. Hay que decirlo con todas las letras, el día de hoy el éxito o el fracaso de este texto está focalizado en la izquierda extrema. Y así lo digo, directamente, porque la centroderecha es irrelevante. No cruzamos el umbral del tercio. Han conversado con nosotros, pero lo hacen para decir que conversaron con nosotros, porque cuando uno hace propuestas con iniciativas e indicaciones, no las pescan. No somos oídos. En la comisión de Forma de Estado donde yo pertenezco colocamos cerca de 600 indicaciones y aprobaron un 5%, como el consejo de alcaldes, que luego se ratificó en el pleno. Es lo único en lo que hemos podido influenciar en la izquierda más extrema. Ellos están colocando la música. Más que atrincherarnos, también existen dos almas en la derecha, una que intenta dialogar, cruzar los puentes y colocar propuestas, pero no hemos sido escuchados y eso es lamentable, porque cuando se habla de la casa de todos, es la casa de algunos, algunos que quieren colocar sus poesías que no van con el bien común que debiera proyectar este texto.
¿Ha sido difícil buscar consensos con otros grupos más de centro, como la ex Concertación o No Neutrales, para lograr el tercio que requieren?
Ha sido complejo, porque al parecer es tan fuerte la ideología que no los hace pactar ni conversar con la derecha. Ellos fuera del pleno, en los pasillos, nos dan la razón, pero pesa mucho la ideología, la caricatura de que si votas con la derecha eres parte de ellos. Eso es estar muy equivocado. Mirar hacia el córner le hace un flaco favor a la construcción de este texto. La gente se ha dado cuenta de que esta es una mirada muy tuerta. Esto se está construyendo muy a la rápida, de forma muy apresurada. De repente es un debate medio sordo, pero se debe debatir. En la comisión a la que pertenezco, de Forma de Estado, ningunearon a la fundación Chile Descentralizado, gente que ha estado veinte años tras temas de descentralización. El indigenismo también ha tomado un rol importantísimo, el texto se ha mapuchizado. Una cosa es el reconocimiento, la multiculturalidad, pero otra es que se reconozcan naciones paralelas con determinación política, financiera y sistemas de justicia diferentes, sin saber su delimitación, por eso ahí también veo riesgos. Hay una lógica separatista del Estado y creo que vamos por mal camino.
Pese a que el pleno rechazó la mayor parte de los informes de las comisiones de Derechos Fundamentales y Medioambiente, es posible que los sectores más progresistas en la Convención sigan aprobando algunas propuestas con dos tercios. ¿Qué rol seguirá teniendo la derecha si esto ocurre? Por ejemplo, hay un acuerdo transversal para reemplazar el Senado…
Más que abandonar el proceso, debemos seguir en nuestra línea, porque nuestra gente, en general del sentido común, quiere un rol protagónico y no nos vamos a doblegar, habrá una historia que va a pesar en su minuto. Nosotros estamos testificando, a través de nuestras iniciativas, que un grupo de convencionales quiso colocar una armonía, una lógica de sentido común y que no fuimos tomados en cuenta. Es importante que la gente tome en consideración el informarse.
Usted creyó que en temas de regionalización podría haber consenso, pero rechazó el Estado Regional, ¿por qué no se lograron acuerdos amplios?
Uno se preguntaría cómo una persona de Tarapacá, del extremo norte, que se dice descentralizador, votó en contra del Estado Regional. La verdad es que a mí me seducía bastante y me gusta el término, pero fue acompañado por otro término, que es la plurinacionalidad. Yo estaba de acuerdo con la multiculturalidad. Esto es engañar a la gente, porque vamos solapadamente a un federalismo que no quieren reconocer. Nuestra propuesta era un Estado descentralizado, política, administrativa y fiscalmente, pero no fuimos oídos. ¿Se imaginan que se construyan 16 zonas francas en todo Chile? Yo creo que es peligroso, además que se borra de un plumazo la figura del Presidente de la República en la región. Creo que es delicado y una muy mala copia del Estado Federal.
Pese al rechazo de la derecha, el Estado Regional se transformó en el primer artículo que va al borrador de nueva Constitución que luego se someterá a plebiscito y ya hay varios en Vamos por Chile que están por el Rechazo. ¿Usted tiene esa postura?
Ahora estoy en un estado de alerta. En esos semáforos de verde, amarillo y rojo yo estoy en rojo. La gente de Tarapacá debe estar muy atenta, porque viene una discusión, y lo he escuchado de forma general en la Convención, respecto de decirle no al extractivismo de la pesca, no a la minería. Y hay muchos constituyentes que no conocen nuestra naturaleza, una región que se ha desarrollado desde antes que fuéramos chilenos, con el salitre, el guano, entonces la gente debe tomar conciencia de aquello, porque serán los puestos de trabajo. Nos estarían metiendo la mano en el bolsillo sin previo consentimiento. Lo veo problemático, pero pensar que el plebiscito de salida es la única opción, yo creo que no.
¿Y están los dos tercios para, como dice usted, meter la mano en lo económico?
Sí, si están, porque hay un cuestionamiento al modelo económico. Cuando hablamos de que el modelo económico ha generado desigualdad o abusos, no es el modelo, es el Estado el que ha fallado en fiscalizar, promover más competencia y libertad de emprendimiento, dar la oportunidad a quienes construyen sus propios negocios, controlar mucho más a las empresas multinacionales que han concentrado el poder en varios sectores económicos. No ha fallado el modelo, han fallado también los propios políticos que no han estado a la altura.