Desde la presidencia de las administradoras de fondos de pensiones, la líder gremial ha enfocado los esfuerzos en lograr que las AFP sean escuchadas en el debate previsional y en difundir las bondades del sistema entre los públicos objetivos. Todo eso, mientras el Ejecutivo insiste en impulsar acuerdos y aprobar la reforma enviada al Congreso.
Paulina Yazigi llegó a la presidencia de la Asociación de Administradoras de Fondos de Pensiones de Chile (AAFP) a comienzos del 2023, en el contexto de la renovación de la mesa directiva entonces liderada por Alejandra Cox. En su calidad de economista especializada en macroeconomía y con gran experiencia en el mercado financiero y en el área de estudios, recuerda que inmediatamente se dieron cuenta del desafío que se venía por delante. “A la presidenta anterior le tocó un período muy difícil, en que a pesar de no existir como tal el actual proyecto de reforma al sistema previsional, el país estaba inmerso en el primer proceso de reforma constitucional liderado por la Convención, el cual incluía una propuesta clara y conocida sobre el tema y ya se sabía más o menos cuáles eran las intenciones, al menos de un sector político importante y mayoritario en esa instancia”, explica la actual líder del gremio de las AFP.
En este año y medio ha vivido momentos muy agitados, siendo protagonista de intensos debates públicos en torno al actual proyecto de reforma previsional que impulsa el Ejecutivo. “Me ha fascinado la experiencia. Ha sido una época difícil, obviamente, por todo lo que se está discutiendo, pero han sido muchos más los pros que los contras. Es un desafío enorme, pero que tiene la virtud de juntar todas las áreas de la economía que me interesan, mucho de política pública y de inversiones y proyecciones sectoriales, así que en general ha sido una gran experiencia”.
¿No tenía experiencia en la industria o sistema de pensiones?
-Directamente, no. Aunque cuando estás relacionada con el mundo financiero hay un alto grado de conocimiento del sistema, dado que las AFP han sido por años actores muy relevantes.
¿Cuáles fueron los desafíos u objetivos delineados para su directiva al asumir la presidencia de la AAFP?
-Esos objetivos tienen mucho que ver con el momento en que se renueva la directiva, a fines de 2022, que coincide con los meses en que se conoce el Proyecto de Reforma al sistema. Por eso, creo que la búsqueda de un reemplazo a la directiva saliente tiene mucho que ver con esa contingencia, con un perfil de liderazgo y vocería para un gremio y un sistema que enfrentaba una propuesta legislativa que planteaba terminar con las AFP.
¿Con qué escenario se encontraron?
-Nos encontramos con que había un proyecto de ley muy importante, ya casi terminado en sus aspectos fundamentales, se había producido un diálogo social respecto del cual muchos sectores no nos sentimos representados. No fuimos escuchados en el proceso y eso es lo que hemos tratado de hacer en este tiempo: estar presentes en el debate y hacerle un espacio a la visión de las AFP. Que al menos se nos escuche. Así que desde ese día el objetivo ha sido claro. Hacernos escuchar por las autoridades y por la gente.
¿Cree que la coyuntura, que en un comienzo aparecía tan adversa, ha ayudado de alguna manera a que las AFP sean escuchadas y también a validar el sistema de alguna manera? Por ejemplo, en el caso de los retiros, muchos analistas creen que terminaron ayudando a que la gente tomara conciencia de esos fondos y valorara el sistema previsional vigente.
-Sin ninguna duda que fue así. Si miramos la aprobación o la nota que la gente le asignaba al sistema de AFP y que forma parte de las evaluaciones permanentes, esa calificación subía considerablemente en los meses cercanos a los retiros de los fondos y después volvía a bajar a los niveles históricos.
¿Por qué se dio ese fenómeno?
-Porque la gente pudo ver que la plata efectivamente estaba ahí, después de años escuchando que se la estaban robando o que las AFP se las prestaban a sus amigos, casi caricaturizando, pero resulta que los fondos no solamente estaban ahí, sino que además en todos estos años había una rentabilidad muy importante, que había hecho crecer esos ahorros de manera importante. La gente pudo enterarse también en qué AFP y en qué fondo estaban sus ahorros, en suma, informarse sobre el funcionamiento del sistema previsional, pero ahora con evidencia concreta.
¿Y los efectos negativos ya se revirtieron, de alguna manera?
-En la mayoría de los fondos, sí, en gran medida. Por supuesto que sería ideal que no se hubiesen tocado esos fondos, porque se perdió mucha rentabilidad, pero hoy las personas ven que vuelven a rentar esos fondos, lo que demuestra los beneficios del concepto de capitalización individual. Esos recursos, además, financian muchas actividades en la economía, se transforman en financiamiento para las empresas o para el mismo Fisco, en suma, una cadena interminable de efectos positivos.
-Entre tanta convulsión política y social que ha vivido el país en los últimos años, con propuestas de cambios radicales en muchas áreas y sectores, ¿existe una mejor evaluación o posicionamiento para las AFP y para el sistema en general?
-Después de un período tan convulsionado, que incluyó dos procesos constituyentes para cambiar la Constitución, una pandemia que nos encerró y cambió las reglas de juego para muchos rubros y empresas, y también en nuestra forma de vivir, siento que volvimos a una etapa o proceso de revalorización de algunas instituciones y de algunos conceptos. Después de este embate refundacional y de haber sacado conclusiones importantes como país, creo que hoy existe la sensación mayoritaria en la gente de valorar lo que tenemos y de mejorarlo hacia el futuro. Siento que esa sensación rige también para las AFP.
-Entonces, ¿una primera meta importante era sobrevivir al ambiente creado por el concepto de “No más AFP?
-Creo que el ambiente de “No más AFP” se fue apagando por sí solo. Es cierto que hoy nos enfrentamos con algunos remanentes de ese discurso en redes sociales y foros similares, pero las marchas y su capacidad de convocatoria han bajado mucho. Y creo que en eso tiene mucho que ver el proceso de información que hemos llevado adelante y también influye el que la gente está cansada de propuestas que sólo plantean destruir y quiere construir alternativas viables. Entonces, las personas quieren saber hoy cuál es la propuesta de las AFP para mejorar el sistema y las pensiones.
Es difícil evitar la comparación entre el sistema privado de salud chileno y el sistema privado de pensiones, porque el origen es similar y casi simultáneo. Sin embargo, el presente de ambos sistemas es radicalmente distinto. ¿A qué se debe esa valoración y qué tanto hay de mérito propio de las AFP en ello?
-No sabría decirte con exactitud el grado de responsabilidad en el nivel de valoración. Me parece que se debe a una mezcla de varios factores. Partiendo porque en estos años el país ha pasado por distintos momentos y distintos tipos de debates, aunque las AFP desde un comienzo han hecho difusión de los atributos del sistema y se ha educado financieramente a la gente para que tome buenas decisiones respecto de su futuro. Y siempre hubo sintonía y cercanía con las autoridades de turno.
¿Se sintió protegida la industria de las AFP por el sistema político y por el ambiente de consensos que imperaba hace algunos años? Protegida en el sentido de confiar en que había un respaldo institucionalizado y que nunca se pondría en duda la legitimidad del modelo o sistema de pensiones. ¿Puede eso haber generado una sensación de falsa estabilidad y postergar que surgieran las alertas y las propuestas de mejora que se necesitaban?
-No creo que las AFP hayan dejado de cumplir su rol por un exceso de confianza. Y, por lo demás, hubo comunicación fluida entre las AFP y las autoridades en estos años, con los ministros de todos los gobiernos, y por supuesto que hubo propuestas permanentes de mejoras al sistema. Además, se atribuye a las AFP el no haber sacado la voz para impulsar cambios y mejoras, pero se olvida el trabajo de años realizado en mesas y comisiones, por ejemplo, los años 2005 y 2006, con destacados economistas y expertos en pensiones liderados por el actual ministro Mario Marcel, o en 2014 con la Comisión liderada por el economista David Bravo. Es decir, las AFP han cumplido su rol, incorporando diferentes visiones y adhiriendo a las recomendaciones de distintos gobiernos, del FMI y de la OIT, y un largo etcétera.
Por lo mismo, dado que las AFP llevan casi 20 años en mesas de trabajo y comisiones técnicas para mejorar el sistema, a lo mejor esperaban que los mismos políticos y técnicos que han liderado esas instancias, salieran a defender el sistema ante propuestas como “No más AFP”. Sin embargo, esa defensa política nunca existió…
– Efectivamente, nunca llegó. Y pasa con la política en cualquier parte del mundo, en el sentido de que la política se guía mucho por la percepción de la opinión pública, y ésta no necesariamente está bien informada. Es más, la tendencia a nivel de público hoy se maneja por canales tan sensibles y variables como las redes sociales, donde a veces hay muy poco espacio a la información y a la educación, y se da paso a la desinformación a partir de instalar verdades que no son, como que las AFP se roban tu plata y cosas similares, que finalmente el político o la instancia que toma decisiones termina optando por tendencias y mayorías no siempre basadas en la realidad o en evidencia. Afortunadamente, eso sí, luego de un período muy agitado y difícil, la gente se ha ido informando correctamente y ha entendido que eliminar las AFP no soluciona el problema de las pensiones.
¿En qué minuto se produce ese quiebre, en que las AFP entienden que deben diseñar una estrategia de información y de posicionamiento totalmente distinta para revertir esa mala imagen, y qué políticas y acciones concretas surgen de esa decisión?
– Yo puedo responder por el año y medio que llevo a cargo de la Asociación de AFP. Para la presidenta anterior, a su vez, le habría sido imposible ejecutar un plan de acción como el que nosotros estamos desarrollando, por diversos factores, entre ellos, la misma Pandemia. Dicho eso, sí me encontré con la necesidad de intensificar la estrategia de comunicación de proyectos y planes que existen hace muchos años, como la educación previsional o “Mis Beneficios AFP”, que existe desde 2008. Eso, además de lo que hace cada AFP por informar permanentemente a sus afiliados. También hay que considerar que la discusión de la reforma previsional nos ha dado una tribuna importante, si no sería muy difícil que el tema pensiones estuviera permanentemente en los medios.
Ese es otro beneficio de la coyuntura actual, la exposición que le ha dado al debate sobre las futuras pensiones, lo que también ha visibilizado a las AFP.
– Exactamente, y de hecho creo que el desafío para nosotros es que, una vez que se llegue a una alguna solución concreta, o que no se llegue a nada y la propuesta quede dormida por ahí, cómo vamos a lograr que se mantenga la atención sobre el tema de las pensiones y se llegue a las soluciones necesarias. Hoy las invitaciones son a hablar de la reforma de pensiones, pero y ¿después qué? Me preocupa saber en qué plataformas y con quiénes hablaremos de pensiones una vez que se acabe la urgencia legislativa. Entonces, ese es nuestro desafío comunicacional y estratégico, cómo hacemos para instalar debates y propuestas en torno al tema de las pensiones, pero enfocados en el largo plazo.
La propuesta de las AFP
¿Cuál es la apuesta de las AFP, entonces, sentarse a negociar una reforma ahora, con la propuesta del gobierno en la mesa, o apostar por otro momento y postergar las mejoras que necesita el sistema, con el riesgo de aparecer como que botaron el proceso?
– Es que en ese análisis está implícito que hemos tenido espacio para negociar formalmente en la mesa, con alguien, cuando eso no ha existido. Cuando participamos en mesas de trabajo o decimos que queremos ser escuchados, es a partir de lo técnico, para explicar que esta reforma previsional es un muy mal proyecto, no es lo que necesita el país y no va a subir las pensiones. Ahora, tampoco se trata de que las AFP aparezcan rechazando o botando todo, cualquier reforma. De hecho, tenemos una propuesta formal, conocida y contenida en un documento que se llama “Hoja de Ruta 555” el cual contiene las propuestas que hemos realizado, la cual esperamos actualizar y completar en el corto plazo.
¿No hay negociación posible, entonces?
– Es que no hay negociación en ningún aspecto, aunque el gobierno tuviera la voluntad de escucharnos, porque no nos correspondería ponernos en posición de negociar algo así. Al sector privado lo que le corresponde es participar de los debates con un enfoque técnico, para enriquecer la generación de las políticas públicas, pero no tenemos responsabilidad en la votación o en cómo se zanja tal o cual proyecto. En este caso, esa es función del Congreso. Los parlamentarios, a su vez, tienen la facultad de escucharnos y de recibirnos las minutas técnicas. Algunos están abiertos, otros no quieren escuchar a nadie. En ese ambiente nos hemos movido.
¿Si no hay una negociación entre la industria y el gobierno, qué espacio queda para que haya un nuevo consenso y, en definitiva, se concreten las reformas que necesita el sistema previsional?
– En primer lugar, no me gusta llamarla industria, porque nuestro sistema previsional no opera con la lógica de una industria y acá no hay bajas pensiones por falta de competencia o fallas de “la industria”. Este modelo se basa en tres pilares: el pilar solidario, donde actúan políticas y beneficios como la Pensión Garantizada Universal (PGU) y que está destinado a combatir la pobreza en la vejez. El segundo pilar es el contributivo, donde operan actualmente siete administradoras de fondos de pensiones, y finalmente está el pilar voluntario, con herramientas como el APV, donde operan las mismas AFP y las compañías de seguros. De estos tres pilares fundamentales, y salvo la creación de los multifondos hace 20 años, el pilar contributivo es el único que no ha tenido ninguna reforma importante. Y eso que los otros dos han tenido modificaciones, especialmente el solidario con la creación de la PGU, pero nada de mayor profundidad.
¿Y por dónde pasan las mejoras o reformas que se necesitan?
Por supuesto que se necesitan reformas y mejoras que apunten a solucionar, principalmente, los problemas de fondo del pilar contributivo: la escasa contribución de los trabajadores y la baja tasa de ahorro que tenemos, la informalidad del mercado laboral, el nivel de los salarios, la bajísima tasa de cotización que tenemos respecto del resto del mundo, que es del 10%. Obviamente, sin esas mejoras estructurales, las AFP difícilmente podrán pagar mejores pensiones en los próximos años.