¿Cuáles son los principales desafíos futuros para reducir la brecha de competencias laborales detectada en el EFL?
Son tres los desafíos para reducir esta brecha. En primer lugar, avanzar en el mejoramiento de la formación técnico profesional de la región, en particular en aquellos liceos que tienen especialidades vinculadas a la minería. En segundo lugar, avanzar en la vinculación entre el sector formativo y el sector productivo, aumentando significativamente los procesos de prácticas y aprendices, y las visitas y charlas que acercan la minería a los estudiantes. En tercer lugar, hay un desafío relacionando con la brecha cualitativa de capital humano. Los nuevos trabajadores deben avanzar cualitativamente en 3 dimensiones. Más mujeres, más trabajadores locales y mejor preparados en competencias digitales.
¿Cuáles son las medidas o políticas específicas que debiesen aplicarse en la industria para lograr revertir esta brecha y en cuánto tiempo podrían verse resultados?
En el corto plazo, lo más efectivo es aumentar la cantidad de cupos de prácticas para estudiantes de liceos TP que ofrecen las compañías mineras y en espacial sus grandes proveedores. De los 816 estudiantes de especialidades TP afines a la minería que egresaron el 2020 de la región de Tarapacá, solo 380 consiguieron una práctica para poder sacar su título. Lo ideal sería que ningún estudiante técnico-profesional deje de obtener su título técnico por falta de un cupo de práctica. Para eso tendríamos que duplicar la cantidad de cupos de prácticas que se están ofreciendo para estas especialidades.
En el mediano y largo plazo, resulta clave mejorar la calidad y pertinencia de la formación técnico profesional. La región cuenta con 20 liceos técnico-profesionales con especialidades afines a la minería que requieren de múltiples apoyos.
Asimismo, se ha detectado una tendencia a la baja en la contratación de mano de obra local.
¿Qué factores explican este indicador y de qué manera pueden la industria y los gremios respectivos, ayudar a revertirlo?
El empleo local es un indicador clave que como alianza CCM-Eleva venimos midiendo hace más de 10 años. El promedio nacional se ha mantenido estable en cerca de un 70% de trabajadores locales y un 30% de trabajadores conmutados a nivel nacional, pero las realidades regionales son muy dispares. Por ejemplo, en Tarapacá el empleo local minero en proyectos en operación es de un 38%, lo que significa que hay más de 8.000 trabajadores conmutantes, es decir, que trabajan en la región de Tarapacá pero que viven en otra región. Las causas de este fenómeno son múltiples y complejas, y van desde el alto consumo de drogas en jóvenes hasta las bajas competencias laborales de los trabajadores, pasando por temas como el costo de la vivienda y la desafección de los jóvenes con la industria minera.
Cuando los problemas tienen este nivel de complejidad, ninguna compañía privada ni el gobierno pueden resolverlo por sí mismos. Por eso resulta clave el rol de las asociaciones gremiales en la gestación de alianzas público-privadas, para abordar estos desafíos.
El EFL muestra que la minería sigue siendo una industria con mano de obra predominantemente masculina.
¿Qué otras políticas o medidas concretas se debiese implementar para reducir esa diferencia?
A nivel nacional tenemos una participación laboral de un 15% de mujeres en minería. Esta cifra es el doble de lo que teníamos hace 5 años, pero todavía insuficiente para la meta de un 20% de participación al 2025 que plantea la Política Nacional Minera.
En la región de Tarapacá, la participación laboral femenina está por debajo del promedio nacional, con un 12,6%, lo que da cuenta que el desafío es aún mayor. Aquí, el principal esfuerzo coordinado que debe impulsar el sector privado es el aumento de la matrícula de mujeres estudiando especialidades vinculadas a la minería, particularmente en las especialidades de mecánica automotriz y mecánica industrial, que tienden a ser muy masculinizadas.